Entrada 5: Día 5 Ocelote
El primer contacto de Disidentxs con Chamula fue casi de ensueño; gracias a la generosidad y apertura a la interculturalidad de nuestro amigo Rafa de “Vinajel” y la gestión de Jts´Unbaltik, tuvimos la oportunidad que casi ningún “Caxlán” ha tenido de participar como músicos/bailarines/performers invitadxs durante el carnaval de San Juan Chamula, donde performanceamos como “Maxes” al lado de varias decenas de niños, jóvenes, adultos y abuelos Chamulas más.
Para invitar al colectivo Disidentxs a participar dentro del carnaval, nuestro amigo Rafa, quien es un ingeniero Tsotsil que migro y pasó varios años de su vida en contacto con indígenas Mayo Yoremes del estado de Sinaloa, regresó a su lugar de origen y actualmente participa activamente en la comunidad de Chamula y en el Carnaval a cargo de una cuadrilla de “Maxes”, ideó una estrategia que consistió en la introducción de seis tambores pertenecientes a la cultura Mayo Yoreme dentro del conjunto musical y dancístico de su cuadrilla de “Maxes”; con este pretexto nos permitió ser parte de dicha cuadrilla y así ataviados con los trajes tradicionales y toda la increíble producción que nuestro amigo preparó para esta fiesta, pudimos vivir esta teatralidad desde un punto de vista similar al de los actores que la ejecutan.
Cuando aquel “celebre” “intelectual” del teatro oficial dio a conocer la cifra de que solo el 95 porciento de los mexicanos habían visto teatro se refería solo al teatro burgués institucional, puesto que no se detuvo a pensar en las cientos de teatralidades con un valor artístico incluso superior al de las puestas en escena del teatro oficial que se auto gestionan y activan varias veces al año en las comunidades originarias, en el carnaval de Chamula este es un teatro total, pues integra prácticamente todos los elementos de la cultura tsotsil Chamula y los actualiza en un acto performativo, en el que de hecho se borran fronteras como las que existen entre el teatro, música y danza, e incluso las que existen entre realidad y representación.
El equipo de disidentxs se conformaba entonces por cuatro estudiantes de la que se supone es la escuela con más alta exigencia física entre las escuelas de teatro, sin embargo, ninguna escuela te prepara para “actuar” por más de 8 horas seguidas al menos durante dos días seguidos recorriendo las calles sin parar; para los miembros de la comunidad que acostumbran trabajar más horas que eso en el sistema de producción milpa varias veces al año ésta es más una expresión de júbilo y alegría que una competencia de resistencia física, en esta experiencia pudimos sentir en los huesos y la carne lo que habíamos estudiado alguna vez sobre la liminalidad con la que Víctor Turner describe el ritual y el drama social, o como la función que tienen las teatralidades rituales al interior de una comunidad.
Como indica Víctor Turner describiendo una etapa del ritual en (Liminalidad y comunittas) “los atributos de la liminalidad son necesariamente ambiguos, ya que esta condición y estas personas eluden o se escapan del sistema de clasificaciones que normalmente establecen las situaciones y posiciones en el espacio cultural, Los entes liminales no están ni en un sitio ni en otro; no se les puede situar en las posiciones asignadas y dispuestas por la ley, la costumbre y las convenciones”
Esta condición de la que habla Turner se vive de cierta forma en el teatro cuando el actor rompe las convenciones sociales en la escena sin embargo, casi siempre esta ruptura queda limitada a la ficción; por el contrario en el carnaval de Chamula esto se puede sentir en la realidad en el papel del “Max”, max significa mono y representa un estado del ser humano previo a la cultura y la ley, por lo cual ese día los maxes son libres de hacer lo que quieran, son dueños de las calles y no respetan ninguna jerarquía o ley; eso no significa que el espacio se vuelva de terror y criminalidad, por el contrario todo el espacio público se vuelve de fiesta en un ambiente de horizontalidad, pues en concordancia con Turner “por regla general, se suele desarrollar una intensa camaradería e igualitarismo cuando las , distinciones de posición y estatus desaparecen o se homogeneizan en la liminalidad”.
Esta liminalidad traduce en el cuerpo actor/performer a través de loops de movimiento, música y distintos ritmos sonoros, energéticos y corporales a través de los que la identidad y percepción individual de la realidad se desdibujan hasta borrarse o fundirse con los del resto de la cuadrilla, los limites del cuerpo y la realidad literalmente se estiran más allá de lo cotidiano, como el mismo Turner estudia, en tales ritos:
“Se nos ofrece un momento fuera del tiempo, dentro y fuera de la estructura social secular que evidencia, aunque fugazmente un cierto reconocimiento (en forma de símbolo) de un vínculo social generalizado que ha dejado de existir… Parece como si existieran aquí dos modelos principales de interacción humana, yuxtapuestos y alternativos. En el primero se presenta a la sociedad como un sistema estructurado, diferenciado, y a menudo jerárquico de posiciones político-jurídico-económicas, con múltiples criterios de evaluación, que separan a los hombres en términos de más o menos. El segundo que surge de forma reconocible durante el periodo liminal, se trata de la sociedad en cuanto a comunittas, comunidad o comunión, sin estructurar y relativamente indiferenciada de individuos iguales”.
Salir de esta estructura social explica, según nuestro mirar, la conciencia que tienen los Chamulas de estar viviendo en el mundo occidental dentro de una organización “ficcional” en la que hay quien decide la manera en que se estructuran las cosas y en especifico el poder; por lo cual mantienen en su territorio el control casi total de dichas relaciones en manos de la comunidad.
Esta separación además no significa que sea insignificante lo que sucede en esos días, por el contrario, en el marco del mismo carnaval y de manera alterna a los maxes, se lleva a cabo una ceremonia donde se nombra a los nuevos “Pachones” que son las autoridades comunitarias en San Juan Chamula, modificando así el estatus real de la comunidad y los sujetos elegidos por la misma en la festividad.
La ritualidad del carnaval es un fenómeno ejemplar del valor que tiene la cultura en la vida de Chamula, este es central y se encuentra entretejido con la política, religión y hasta economía de la comunidad, por eso para la mirada de fuera es tan atractivo venir aquí, este lugar como la mayoría de las comunidades originarias es uno de los pocos lugares del mundo que conservan una cultura alterna y mucho más rica que la occidental, para jóvenes y viejos es igual de importante el carnaval, y es fundamental que el trabajo que hace la comunidad por conservar su cultura continué así siempre pues teje relaciones entre los Chamulas y con su entorno y la naturaleza que son necesarias para transformar la realidad de las comunidades occidentales.
Lo anterior no significa que en dicha ritualidad no se muestren valores que si bien como sostenemos en la entrega anterior son herencia colonial y existen también en occidente, deben ser cuestionados y transformados por la misma comunidad en aras de un acto conjunto de evolución, estos “valores negativos” por llamarlos de alguna forma tienen que ver por ejemplo con que no esta permitido para las mujeres Chamulas participar en el carnaval como Max, si no sólo como espectadoras, tampoco se les permite acceder a puestos de autoridad, o formar parte de los grupos musicales del carnaval, nosotrxs no nos sentimos en el papel de juzgar o si quiera recomendar a la comunidad cómo vivir su vida, pero creemos que el teatro puede ser una herramienta para abrir la discusión, hablar de ello; y también creemos que para librar la crisis social y ambiental que según la ONU espera al mundo para 2030, es necesario tanto mirar a los valores de los pueblos originarios que han conservado el mundo desde hace más de 15 mil años en América, como mirar a nosotrxs mismos en haras de cuestionar el lugar como sociedad que hemos construido para las mujeres el cual es en general de una injusticia y desigualdad trágicas.
Para cerrar el carnaval el ultimo día se lleva a cabo una especie de pamplonada en la explanada de San Juan Chamula, más de 50 de los mejores toros son liberados con un cuidado y organización impresionantes en el espacio de la plaza principal, con el fin de que los chamulas puedan montar y jugar con ellos; hablamos de toros más pesados que un automóvil, contrario a lo que se podría pensar este termina siendo un espacio en que se juega la vida y la muerte de manera más que simbólica así como donde se enfrentan la naturaleza y el ser humano frente a frente; a diferencia de la tauromaquia, en esta acción no se mata ni hiere a ningún toro, a pesar del juego se teje una relación de respeto entre el animal y los asistentes, pero también a pesar del juego puede pasar que termine con uno o dos muertos pues este riesgo es real.
Esta relación entre la vida y la muerte sin embargo, es vivida de forma latente en Chamula, tal vez por la ejemplar resistencia que este pueblo a tenido por mas de 500 años a la invasión occidental, la cual se demuestra a partir del uso de casi el 100 porciento de la población de su indumentaria de manera prácticamente cotidiana, así como en la conservación de su lengua tsotsil y sus formas de organización y justicia; los cual en un contexto pos colonial por poner un ejemplo los ha llevado en un par de ocasiones a literalmente “linchar” a delincuentes o autoridades corruptas; Chamula es aguerrida y mantiene vivos principios de relación con la vida que tienen un origen ancestral, al mismo tiempo que tiene la oportunidad de reinventarse cada época como bien ha hecho hasta ahora. Por ejemplo sabemos de la existencia y admiramos el valor de distintas mujeres que literalmente se disfrazan para poder participar del carnaval sin ser notadas, reconocemos en Chamula un sin fin de potencias como esta y confiamos en que estas crecerán imparablemente a través del tiempo.